jueves, 30 de octubre de 2014

El futuro de la humanidad

Era lunes y si la niñera llegaba yo podía quedarme un tiempito más en la cama hasta que se hiciera la hora de llevarlo a la pediatra. El fin de semana me había dejado agotada, mucha actividad al aire libre, visitas, juegos. Especulé con que tantos planes lo iban a cansar. Había corrido tanto, había jugado tanto con la perra de mi amiga, se había mojado en la costanera, en la terraza y en el patio de casa que dije "Hoy palma y duerme de un tirón hasta mañana a las 8". No, no. Mi hijo siempre tiene energía de sobra, acumulada en no sé qué lugar de su cuerpito. Como un reloj suizo, a las 7 am está listo para arrancar el día. Y así fue el lunes también. Fui optimista y pensé, lo retengo un rato dando vueltas en la cama hasta que llegue Ro (la niñera). Pero a las 8 ella me mandó un whatsap (somos re modernas) diciéndome que se había quedado dormida. Ro, vive en Gonzalez Catán, muy, muy, muy lejísimo. Listo, esa fue la gota que rebasó el vaso. Quise gritar fuerte de odio, de bronca, de frustración, de agotamiento. ¿Cómo que se había quedado dormida justo el único día que no tenía que salir volando a la oficina? ¿Cómo puede ser que Ro no sea perfecta justo cuando más la necesito? Lo miré a mi bebé y le dije que mamá estaba muy cansada, que no se podía levantar de la cama (en serio, me dolía todo el cuerpo), que si no quería mirar unos dibus. El me devolvió una sonrisa que dejó caer el chupete y me trajo corriendo el pato mientras decía "cua, cua, cua".

Y resulta que ahora cuando estamos juntos, está sólo conmigo, es decir, no comparto la tenencia de los fines de semana que es cuando su papá trabaja de noche y sólo viene a verlo para bañarlo y acostarlo. Ahora viene a casa, antes estaba ahí. Y eso supone que todo el cúmulo energético de mi bebé se debe agotar conmigo. Bah, conmigo y con sus amiguitos, con mis amigas, con la abuela, con juegos y las salidas que armo para él. Pero el punto, es que a mi me cansa bastante el rol completo de mami de fin de semana. Porque necesito tener una conversación con otro adulto, de política, del último estreno de David Cronenberg, de laburo, hasta de las innundaciones del fin de semana. Algo adulto que me recuerde que pertenezco a un mundo que no se agota en la dupla mamá-bebé.

Pero bueno, arranqué el lunes sin poder despegarme de la dupla. Eso sí, me lo lleve a desayunar a un bar. Necesitaba ver a otra gente haciendo vida de adultos, atendiendo cosas importantísimas, leyendo el diario y definiendo el futuro de la humanidad mientras nosotros esperábamos que se hiciera la hora para ir a la pediatra.

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