miércoles, 3 de septiembre de 2014

Jardín maternal

"Crecer es tener entrevista en un jardín maternal" dijo una amiga. Yo que ya voy por la quinta visita miro al techo a ver en qué momento sale despedida la bolsita de oxígeno, como cuando hay despresurización en la cabina. Y es que necesito respirar porque empezar a buscar jardín para tu hijo te enfrenta con tus miedos (y los de tu marido), tus expectativas (y las de él), tu comodidad (y la suya), los principios (los que compartís y los que no), etc.

Tenés que negociar entre el jardín que habías soñado para tu bebé y el que existe en tu barrio, al que podés llegar empujando el carrito sin necesidad de tomarte un taxi. Tenés que cinturear entre jardines con maestras y directoras amorosas pero que no tienen ni un patio para que tu hijo vea otra cosa que esas cuatro paredes. Tenés que explicar, ya por sexta vez (¿en qué momento pensé que esto iba a ser más sencillo que el casting de obstetras?) que comen orgánico y preguntar si le podés mandar la vianda. Pero como ninguna de las amorosas directoras entiende un jopo de lo que les estás diciendo, reforzas con una palabra que las devuelve al universo de sentido compartido "Somos vegetarianos y comemos orgánico". Lo decís mirando cómplice a tu marido que se manda tremendas milanesas a la napolitana con fritas. Pero, como acodamos antes, "si sólo les digo orgánico no me entienden así que dejá que lo resuma así y otro día se los explico". Cordialísima, la dire del último jardín, nos cuenta que el menú del comedor fue realizado por una nutricionista y supervisado por un pediatra, que tiene la combinación justa de carne dos veces por semana, verdura dos e hidratos sólo una vez. Que en invierno desayunan té con leche y en verano juguito. "Juguito tipo Tang?" le pregunto mientras pienso que mi hijo no necesita colorantes ni endulzantes artificiales para su merienda y recorro mentalmente qué podría mandarle para reemplazarlo.

Salgo abrumada porque son demasiadas cosas a las que prestar atención. Me doy por vencida de antemano porque sé que aunque me esmere en prepararle el taper todos los días hay zonas que van a escapar de mi control. Y eso me angustia pero ¿a quién no? ¿Para qué quiero que tenga computación en sala de 3? ¿Y si se pega un porrazo subiendo esa escalera que es tan empinada? ¿Miran la tele mientras comen para "relajarse"? ¿Le limpiarán los mocos o andará como esa nenita que los tenía chorreando hasta la boca? ¿Comerá lo que le mando o querrá lo que come su amiguito?

Como sea, definitivamente crecer es tener entrevista en un jardín maternal porque angustia, preocupa y te empuja la imaginación hasta ver grande a tu bebé. De pronto te lo imaginás llegando con los ojitos pegados de sueño, cargando su mochilita, despidiéndote con la manito y por favor que no lo haga llorando.



Este post está dedicado a Mariana F y a todas las mamás que están buscando jardín para sus hijos.



No hay comentarios.:

Publicar un comentario