lunes, 27 de enero de 2014

Esa mujer

Le daba vueltas al asunto. Qué quieren que les diga, la idea de poner una niñera me daba culpa, miedo, desconfianza. Me imaginaba un montón de accidentes que podían pasarle mientras yo no estuviera. Pero estaba claro que mi marido y yo necesitábamos una mano. Así que le pregunté a mi psicólogo por que me costaba tanto. El me dijo que, al margen de todos los miedos lógicos que tiene cualquier madre le parecía que yo estaba celosa porque iba a ser otra mujer con quién compartir a mi hijo. Tragué saliva, respiré hondo y pensé "Ah claro, por más que me haga la mami progre, como diría Roxi, de esto a convertirme en la suegra que ninguna desearía tener, hay un pasito. No les voy a negar que la sola idea de que otra iba a criarlo, así fueran dos horas una vez por semana, me ponía loca. Qué va a saber ella de mi bebé, mirá si me pasa como a una amiga que el bebé lloraba cuando se iba la niñera. Una catarata de ideas egoístas y egocéntricas. Igual tomé coraje y empezamos la adaptación. El día que vino no sólo pude ir a la pileta sino que pude compartir con otra mujer que ya tiene experiencia (porque crió dos hijos), mis preocupaciones de madre primeriza. Y resultó que me calmó, me escuchó y me dio su opinión. Y después de compartir a mi hijo con esa mujer, me sentí un poco más adulta y todo fue mejor.

martes, 21 de enero de 2014

La vuelta al laburo 2

Tengo una amiga que volvió esta semana a trabajar. Su bebé es más grande que el mío, ya tiene 6 meses. Igual le costó horrores dejarlo en la guardería, escucharlo llorar desde la salita de al lado, pensar en que va a pasar todo el día ahí mientras ella está lejos de él. Y la verdad es que no importa mucho la edad que tengan porque siguen siendo nuestros bebitos y la culpa por volver a trabajar es algo que tarde o temprano a la mayoría nos toca experimentar. Nos preguntamos si somos egoístas por querer volver al trabajo. Nos decimos que quizas deberíamos extender un mes más la licencia. Pero por más que lo posterguemos está la necesidad económica que apremia y sobre todo, y esto es lo interesante, queremos, deseamos volver a nuestro lugar de trabajo. Es que no sólo somos madres, somos también mujeres trabajadoras y nos gusta lo que hacemos. Para nuestra generación que estudió una carrera y accedió a un trabajo en el que se realiza como profesional es muy difícil el momento de maternar porque implica sustraerse violentamente de este lugar de gratificación personal. Y, como dice Laura Gutman, quedar confinadas a un espacio en el que no hay reconocimiento social, en el que la tarea es dura y se ejerce en total soledad mientras todos los demás siguen sus vidas. A mi me tocó volver a los 3 meses y me bastó que la chica del bar donde pido el café con leche me dijera "Tan pronto volviste? Pero es tan chiquito..." para largarme a llorar y sentir que tenía que volver corriendo a casa.

La vuelta al laburo

Hay cosas que te pasan cuando volvés a trabajar. Una de ellas es la pregunta repetida "nena o nene?", "parto o cesárea". Como si en esas dualidades del tipo Boca o River se pudiera ubicar algo de una. Qué les dice de mí parto o cesárea? Qué esperan saber sobre mi bebé, sobre mí? Qué es lo que me están preguntando? Qué les importa? Les interesa más encasillarme en dicotomías excluyentes del tipo nena/nene, parto natural/cesárea, llora/no llora, que en saber verdaderamente acerca de mi experiencia de maternidad. Me di cuenta de que quien pregunta esto no está interesado en conocer mi vivencia, más bien apuntan a tener conmigo una charla cordial, a un intercambio casi protocolar al verme sin panza después de tres meses. Ni qué decirles de que las categorías dicotómicas excluyen la posibilidad de haber hecho trabajo de parto (a pesar de tener cesárea) porque hasta donde yo sé cualquier parto natural se desarrolla con un trabajo de parto mediante. Entonces, si hice trabajo de parto como cualquier hija de vecina, lo que cambia es por dónde salió mi bebé finalmente. Esto es aún más simplista y hasta roza el voyeurismo... qué quieren que les diga? Si sólo les interesa saber si mi bebé salió por una incisión en mi útero en lugar de hacerlo por mi vagina a gente que apenas saludo en el pasillo, es por lo menos incómodo. Quien sí se interesa en conocer cómo me fue, en cambio, tendrá que pasar la barrera de los 2 minutos de charla y sobre todo estar dispuesto a escuchar una serie blancos, grises y negros. Y eso no siempre gusta. Sobre todo a las mujeres que muchas veces esperamos nos cuenten la feliz experiencia de ser mamá, sin los condimentos agrios, sin los amargos. Con un relato estandarizado sobre la maternidad que en mi caso hizo estragos.