martes, 20 de mayo de 2014

¡A otro lado!

Existe un líquido en la industria veterinaria que se llama "Fuera de aquí" o "A otro lado" dependiendo de la marca. Sirve para alejar a los gatos de sillones o camas que puedan rasguñar. Uno rocía la superficie y el olor repele a los gatos.
No importa si antes ibas a bares cancheros y frecuentabas lugarcitos chic para tomar el tè, cuando tenés un bebito basta con que atravieses la puerta con el carrito para que te miren como al anticristo. Tampoco importa si ponés tu mejor empeño en correr con cuidado mesas y sillas para no golpear nada, y si le pedís a tu bebito que haga silencio para no molestar a nadie. La moza, cuando llegue a tu mesa, va a bufar porque tiene que hacer piruetas para dejarte lo que pediste esquivando el carro, los chiches y al bebito que la mira a la espera de una morisqueta. Esos barcitos te encantaban porque te servían el té en hebras, elegías los blends y unos panificados delicatessen. Pero sabelo, no están preparados para tu bebito y vos. Ahora tu lugar está entre esos bares a los que nunca se te hubiera ocurrido ir, esos del tipo Plaza del Carmen, comedores gigantes con pelotero y muchos televisores.
Pero yo me resistí a dejar de ser esa chica cool que era y cité a mis cuatro amigas madres a un topísimo lugar de Belgrano donde dan clases de cocina, cursos para emprendedoras y tienen mesas para compartir. A medida que íbamos llegando los comensales nos tiraban esas miraditas de "qué hacen acá con esos bebés?" "qué desubicadas, cómo van a venir acá con esos carros".  Yo había llegado antes para organizar la cosa. Hablé con el encargado para ver en qué mesa podía ubicarnos para no molestar y dónde podíamos poner los carros "plegados para no ocupar espacio". Parecía que estaba rogándole que por favor no nos condenara al destierro, pero el tipo no ponía la mínima voluntad en tratarnos como a los demás clientes. Es más, estoy segura que le hubiera encantado rociarnos con "Fuera de aquí" y "A otro lado". 
Cuando ya éramos cuatro de nosotras con nuestros bebitos y carros perfectamente plegados abajo de la mesa se había formado una cola de gente esperando para entrar. Llevábamos más de media hora y la moza ni siquiera nos había traído la carta. Eramos inmigrantes ilegales en ese país de glamour. Hasta que una de nosotras dijo "No quieren ir de mi vieja?Vive a la vuelta y nos podemos tirar en el living con los bebes". Fue unánime, levantamos chiches, abrigos, abrimos carritos, paraguitas y juntamos los sobrecitos de azúcar y servilletas que nuestros bebitos habían desparramado por la mesa.  No es cuestión de que piensen que somos madres que perdimos el sentido de ubicación.
Así encaramos la vereda haciendo un bloque de carros, bebes y mamás dispuestos a tener nuestro sábado de glamour en otro lado.

Este post va dedicado a mis amigas madres: Flor O., Flor C., Nati y Lau.

3 comentarios:

  1. Excelente Post!!! No podría estar mejor descripta la situación! Feliz de compartir juntas esta nueva realidad ciertamente mucho menos glamorosa pero mmuuuuchhhooooo más alegre y llena de vida!!

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  2. Odisea mamá!!! Por favor... qué sentimiento tan compartido. Y lo mejor es la risa que nos termina provocando ese hermoso caos. Igual vale destacar en mi caso, que también ando por ahí con cierta impunidad, porque en otra época NI LOCA me hubiera levantado y emprendido la retirada así como así!!! Me hubiera dado vergüenza, no se... incomodidad... pero ahora, somos mi bebita, yo y nuestros amigos. Somos lo principial... y el resto... bueh... allá ellos!!!

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