sábado, 8 de marzo de 2014

El lado oscuro

Yo creí que me conocía hasta que quedé embarazada. Después de tantos años de terapia me consideraba una persona alegre, optimista y feliz. Hasta que quedé embarazada. El día que vi las dos rayitas en el Evatest se me vino el mundo abajo, y aclaro, a pesar de haber sido algo buscado. El dicho es que el que busca siempre encuentra, pero para mi una cosa fue buscar, que fue con bastante ilusión y felicidad y otra, muy distinta encontrarlo. Quizás porque lo que encontré (naúseas, mareos, dolores de cabeza, angustia, ganas de llorar porque sí, dolor de ovarios, de tetas, de cintura; baja presión y taquicardia) no fue exactamente lo que andaba buscando. Tampoco verme sin forma, no encontrar ropa qué ponerme, ni sentirme poco atractiva. 
El día que vi las dos rayitas entré de lleno en la duda, el miedo, el desconcierto. Me pasé al lado oscuro de la Luna. Y es que las hormonas en plena revolución me estaban jugando una mala pasada, iba y venía de la risa al llanto en cuestión de minutos. Me pareció que había tomado la decisión equivocada, me arrepentí tantas veces. Nada me parecía aquel momento idílico que pintaban las revistas de maternidad, ni las películas, ni las famosas embarazadas, ni los relatos femeninos, ni lo que yo había soñado. Así que me sentía incomprendida y como el culo.
"No era lo que querías?" me preguntó alguien, y la verdad, no, yo no quería sentirme así de mal.Ok, el combo viene con todo pero eso no implica que me encante la cajita feliz. Si me hubieran dado a elegir hubiera pedido un embarazo sin los tres primeros meses ni el último en donde ya me sentía un ejemplar de la ballena franca austral. En el noveno mes tampoco me sentía nada atractiva, mi repertorio de vestuario era mas limitado que al principio pero ya no me preocupaba porque lo único que me importaba era estar cómoda. Tardaba un rato en poder salir de la cama porque tenía que dar barquinazos de un lado al otro hasta que lograba tirarme para un costado, me pesaba tanto la panza que ir al almacén de la esquina era una epopeya, y las rodillas me temblequeaban cuando hacía un par de cuadras de más, nunca me tomé tantos taxis en mi vida como en los últimos meses.
Estaba convencida que apenas tuviera al bebé me iba a sentir mejor, iba a volver a ser yo misma. Bueno, eso creía yo en ese momento. Creí que me conocía hasta que entré al puerperio.

En honor a todas las mujeres y a cómo cada una transita su femeneidad. ¿Cómo fueron sus embarazos? ¿Se  acuerdan si se sintieron raras, incomprendidas? ¿Cuáles fueron sus miedos?



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