martes, 21 de enero de 2014

La vuelta al laburo 2

Tengo una amiga que volvió esta semana a trabajar. Su bebé es más grande que el mío, ya tiene 6 meses. Igual le costó horrores dejarlo en la guardería, escucharlo llorar desde la salita de al lado, pensar en que va a pasar todo el día ahí mientras ella está lejos de él. Y la verdad es que no importa mucho la edad que tengan porque siguen siendo nuestros bebitos y la culpa por volver a trabajar es algo que tarde o temprano a la mayoría nos toca experimentar. Nos preguntamos si somos egoístas por querer volver al trabajo. Nos decimos que quizas deberíamos extender un mes más la licencia. Pero por más que lo posterguemos está la necesidad económica que apremia y sobre todo, y esto es lo interesante, queremos, deseamos volver a nuestro lugar de trabajo. Es que no sólo somos madres, somos también mujeres trabajadoras y nos gusta lo que hacemos. Para nuestra generación que estudió una carrera y accedió a un trabajo en el que se realiza como profesional es muy difícil el momento de maternar porque implica sustraerse violentamente de este lugar de gratificación personal. Y, como dice Laura Gutman, quedar confinadas a un espacio en el que no hay reconocimiento social, en el que la tarea es dura y se ejerce en total soledad mientras todos los demás siguen sus vidas. A mi me tocó volver a los 3 meses y me bastó que la chica del bar donde pido el café con leche me dijera "Tan pronto volviste? Pero es tan chiquito..." para largarme a llorar y sentir que tenía que volver corriendo a casa.

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