martes, 16 de septiembre de 2014

Delta de Venus

Hoy mi hijo cumple su primer año y sin él este blog no existiría. Así que habiendo llegado a este punto del viaje me parece oportuno agradecer. Voy a empezar agradeciendo a todas las mujeres que durante el embarazo y el puerperio tuvieron una presencia vital, y cuando digo vital, me refiero a lo más literal de la palabra, a que sin esa ayuda yo sentía que moría.

Sigo por mi amiga Eleonora que me contactó con una profesional del embarazo y postparto. Por enero del año pasado yo estaba tan convulsionada como embarazada, tan muerta de miedo como llena de vida, tan habitada por esa presencia que no sabía bien quién era ya. Y María Pichot fue mi brújula y mi mapa en este nuevo territorio. Me ayudó a delimitar las fronteras entre mis miedos, lo inesperado y lo que se podía esperar. Y así pude empezar a esperar de otra manera, con nuevos saberes y con la convicción de defender lo que quería.

A Cristina quien me dio el primer regalito para mi bebé y fue testigo de mis lágrimas en más de una ocasión, cuando le confesé que todavía no lo quería, que no le había comprado nada. Ella me juró que lo iba a amar como a nada en el mundo (tenía razón), que iba a ser buena madre y que iba a tener toda la vida para comprarle cosas. Yo me sentía una desalmada por no sentir nada o mejor dicho por estar enojada porque eso que crecía dentro mío era responsable de tanto malestar. ¿Acaso el amor y la maternidad no venían de la mano?

A mis amigas que, a pesar de no ser madres, se quedaron conmigo más de una noche porque mi marido trabajaba y yo no me animaba a quedarme sola con el bebé. Gabi y Mariela, cuidaron a mí bebé mientras yo recuperaba horas de sueño. Nati, que acababa de perder a su mascota, viajó 1.140 kilómetros para conocer a su ahijado. Venía de no dormir de la tristeza y pasó a no dormir durante tres días para atenderlo de noche.

También le doy las gracias a mi vecina Juliana porque de su boca salieron palabras que me dieron esa seguridad que no tenés apenas te convertís en madre. Ella me dijo "Tenés todo lo que necesita tu bebé. Tenés tetas, leche, brazos y amor". Y a su amiga y puericultora Paula, quien me dio tranquilidad y me prometió que no me iba a quedar sin leche, que lo que me pasaba era un desfazaje entre la producción de leche y la demanda del bebé. Y gracias a ella seguí amamantando.

A mi grupo de madres primerizas y nuevas amigas, esa red que resultó en grupo de whatsap funcionando las 24 hs del día los 7 días de la semana. Nos conocimos en yoga para embarazadas y nunca más dejamos de acompañarnos. Vivimos los partos en tiempo real y la realidad de parir nuevas vidas. Tener a alguien que estaba atravesando lo mismo que una en el mismo momento fue una gran compañía porque lo que para vos es un mundo, para el resto del mundo es insignificante. Y hablando de grupos quiero dar gracias a las madres del taller de música para bebés, con quienes compartimos canciones y catarsis. Con ellas la maternidad parece algo tan sencillo.

Finalmente, doy las gracias a Mariela por el regalo que me hizo, Delta de Venus de Anais Nïn para que "Te acuerdes que siempre, por más cansada que estés o cuántas responsabilidades tengas, podés ser una amante apasionada".

2 comentarios:

  1. Hermoso!!!!!! super lindo post!!! Me hizo emocionar recordar todo el camino recorrido hasta acá!!! Y vamos x más!!!! Te quiero!!!

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