viernes, 15 de agosto de 2014

Entre el bricolage y la revolución

Mi mente es drástica, cada vez que veo cualquier cosa no puedo evitar pensar en su vida útil, en cuánto tiempo tardará en ir a parar al tacho. Por eso, ahora que se acerca el cumpleaños de mi hijo, me debato entre el bricolage y la revolución. 

"No es que no le gustan los chiches, lo que pasa que tiene el mismo cajoncito con peluches desde que nació" me dijo una amiga que había venido a jugar con su bebita a casa. Yo sostenía mi comportamiento asceta anti consumo en su no necesidad. Pensaba "Es un bebé, qué otra cosa necesita además del amor de su mamá?". La respuesta me quedó más que clara cuando lo vi entretenido con ese camioncito con piezas para encastrar de otro de sus amiguitos. Y es que no comulgo con el mundo Disney, el universo Mickey, y los juguetes con pilas y músicas estridentes que te queman la cabeza. Pero claro, mi hijo es un bebito como todos y no un buda que se contenta con contemplar el más allá. Digamos que sus necesidades están en el más acá. 

Me vi a mi misma siendo terriblemente cruel. No pude evitar acordarme cómo sufría cuando mi mamá me hacía regalar una vez por año los chiches que ya no usaba, que eran contados porque no tenía muchos. Mi vieja se había divorciado en los ochenta, vivíamos con lo justo en plena inflación y no había posibilidad de inflarme mucho la recreación. Me divertía con lo que había pero yo siempre soñaba con la muñequita tal o el último modelo de Barbie. Me acordé de qué pronto me hizo tomar conciencia de la pobreza y de las carencias de los demás. Supongo que eso me sirvió para, a pesar de ser hija única, no tener ese comportamiento cliché de hijo único, para ubicarme en el mundo, digamos. Sin embargo, ahora que lo pienso, quizás eran relatos un poco drásticos tirando a crueles. Quizás alcanzaba con decirme que tenía que regalar aquello que ya no usaba para que otro nene pudiera usarlo. Como hice con la ropita de recién nacido de mi hijo, sin siquiera pensar en un próximo bebé. No obstante, ¿Cómo no equivocarse sobre todo cuando se trata de inculcarle algo tan arraigado como nuestros principios de vida? ¿Cómo no ser estricto ni determinante?

Consideraba que mi hijo no necesitaba tener una habitación repleta de juguetes que no usara, pero me di cuenta que en cambio, tenía un cajoncito con cosas que tampoco usaba porque eran de recién nacido y ya iba a cumplir un año. Así que fui corriendo a una juguetería y le conseguí ese camioncito de encastrar, le compré dos animalitos de tela en una feria sustentable y un pata-pata para que ande por la casa. También compré cartulina de colores para hacerle banderines para su fiesta de cumpleaños. 

Algo que me preocupaba del festejo del año, era la cantidad de chiches que le fueran a regalar. Temía encontrarme con una pila de cosas que seguramente él no necesite. Sin embargo, no voy a hacer conclusiones apresuradas y sólo les pediré que traten de evitar los juguetes que funcionen con pilas. No habrá tarjetas de invitación, souvenires ni bolsita, sí habrá decoración hecha por mí que procuraré guardar para el próximo festejo, torta y tambores hechos con latas recicladas (idea de mi amiga mamá primeriza Flor O).






1 comentario:

  1. La vida está llena de cosas que no "necesitamos" y que sin embargo nos hacen tanto bien... Relajáte y festejá, que el cumple de un hijo bien se lo merece!

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