martes, 1 de julio de 2014

El Casamiento de Muriel

La vi por primera vez cuando era una adolescente. Me identifiqué de inmediato con aquella Toni Collette regordeta soñando con su vestido de novia, desesperada por ser amada. Y la escena de ella cantando Waterloo, vistiendo uno de esos trajes había sido lo máximo. En aquel momento yo me quería casar, a pesar de no creer en Dios ni en la iglesia, quería un novio y un vestido blanco, y también escuchaba ABBA. 
La segunda vez que la vi fue en el 2007 en Belfast, Irlanda. Habíamos ido a ver a nuestra amiga de la secundaria Ruth que vivía allí hacía 6 años. Natalia y yo viajábamos con algunos euros en el bolsillo y eso nos obligaba a economizar en todo, sobre todo en la comida, así que volvimos raquíticas. Pero esa semana que estuvimos en Belfast, comimos como animales de engorde y nos reímos como tres colegialas viendo El casamiento de Muriel. Yo seguía mirando revistas con vestidos de novia pero había dejado de escuchar ABBA. Había conocido a alguien un mes antes de viajar. "Para un par de salidas" les había dicho a mis amigas porque no le veía futuro a la relación. No tenía una carrera universitaria, vivía de prestado y dormía en un colchoncito que enrollaba todas las mañanas. Lo único que le importaba era hacer música.
La tercera vez la vi sola, hace algunos días. Mi bebito dormía en su habitación y mi marido trabajaba. Enganché la peli recién empezada y ni lo dudé. Verla de nuevo era recorrer mentalmente como las escenas de la película, estos momentos de mi vida. Terminé con aquel joven músico que había conocido antes de viajar. La relación sin futuro se convirtió en 7 años de relación. Adoptamos dos gatas, viajamos juntos a Europa, visitamos a Ruth, compramos un PH a refaccionar y tuvimos un hijo. 
Como Muriel, qué idea tan romántica que tenemos acerca del matrimonio. Tan irreal como lo que creemos que es el amor hasta que nos ocurre y como es la maternidad hasta que vemos las dos rayitas en el Evatest.   Yo finalmente encontré a un hombre que me ama y aunque creo que me tendré que conformar con el certificado de convivencia que tramitamos para la obra social, les confieso que no dejé de soñar con el vestido blanco.


Este post se lo dedico a dos románticas, Ruth que atravesó un continente persiguiendo su sueño y Nati que sueña hasta despierta. 

4 comentarios:

  1. Hay que darles rienda suelta a los sueños... Qué sería de nuestra vida sin ellos!!

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  2. Amiga.... todas las mañanas cuando llego al trabajo lo primero que hago es fijarme.. ¿me llegó? ¿Posteó algo?
    Y cuando veo las palabras mágicas: No nací para ser madre (que confieso primero me parecían título de una película de terror) la mañana en la oficina en invierno ya no es tan oscura y fría .. Primero lo leo rápido para poder saber cómo va cambiando el humor de mí amiga, y me digo, mmm ya puedo ver a Sol ... Y después lo vuelvo a leer para saborearlo.

    Un día ocurrió ... no sabemos cómo... pero "las chichis" hicieron un pacto de amistad tan fuerte, sin fecha, sin lugar, sin contrato por escrito ... un lazo invisible pero sagrado que nos acompaña y nos sostiene... con el lema de sostener a cada una de sus integrantes soñadoras para que nada ni nadie pueda cortarle las Alas..

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    1. Me hiciste llorar! Y si, después de la oscuridad le sigue la luz. Será que estoy encontrando la iluminación, nahh. Pero gracias por ese sostén que los miles de kilómetros que nos separan no pudieron aflojar.

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