jueves, 12 de noviembre de 2015

Los actos del jardín

Los actos del jardín son una cosa tremenda a la que estamos expuestos desde el momento que nuestro hijo entra al sistema educativo. Por suerte mi hijo se enfermó en todas las fechas patrias y zafé de casi todos, excepto del del día de la madre. Por alguna extraña razón me entusiasmó la idea de ir, la notita decía que lleváramos algo para tomar y comer, y yo ilusa, pensé que íbamos a desayunar con ellos en la salita. Pero no, se trató de una celebración con mucho volumen, micrófono, música y consignas que la verdad a mi me sonaron más a despedida de soltera (esas a las que no iría jamás) que a fiestita del jardín. Ojo, estoy conforme con el jardín pero definitivamente no compartimos la misma idea de lo que es una celebración. Me acuerdo de la reunión en marzo cuando me pusieron una carita feliz en la solapa y tuve que jugar con otros papis a no sé qué cosa. ¡Casi salgo corriendo!

Mi amiga Cris me contó que en la entrevista que tuvo su marido para el jardín nuevo al que cambiaron a su hija le contaron del acto de fin de año que hacen los papis para los chicos.  Y le preguntaron en qué grupito se veía colaborando. Pusieron una cartelera con distintas hojas que anuncian "Comisión de vestuario", "Comisión de escenografía", "Comisión de Actores" y así todas las comisiones que uno pueda imaginar que se desglosan de una obra de teatro. Yo me pregunto, ¿por qué no forman un sindicato si les gustan las comisiones de trabajo o se postulan para legisladores? Acaso el jardín no es el lugar a donde mandamos a nuestros hijos para poder ir a trabajar y, si nos queda un ratito, hacer algo para nosotras mismas.

Alguien me dijo que es para que los padres se involucren en el jardín. Bueno, en principio creo que no se puede forzar esa relación, uno se involucra si le interesa, si puede, si tiene tiempo, etc. En segundo lugar cada uno tiene sus maneras de involucrarse. Por ejemplo, hace un tiempo visité a la directora con una nota en la que una periodista explicaba los perjuicios de los juguitos instantáneos sobre todo en la primer infancia. Y como contraprestación le llevé otra hoja con una serie de recetas alternativas de tés fríos saborizados, limonadas, bebidas frescas para la merienda que se pueden preparar de manera sencilla y con poca plata. La misma que sale un sobrecito de colorantes, conservantes y saborizantes. Si eso no es comprometerse con la alimentación de mi hijo y de los demás niños que van al jardín.... bueno, díganme qué es. Miren qué arrojo de compromiso el mío que hasta me ofrecí a llevarles plantines de menta y cedrón para que tuvieran aromáticas frescas y libres de agrotóxicos. 

En fin, les recomiendo que en lugar de anotarse en alguna rara comisión o de seguir cosiendole lentejuelas al disfraz vayan a ver La obrita de teatro de Según Roxi. Aca les dejo un adelanto de la versión para televisión:


3 comentarios:

  1. Me quedo pensando... q eso de las celebraciones siempre nos hace ruido. Sea del lado del q la organiza, como del q va obligado. A un compa anarco le jode porque se instalan simbolos q reproducen practicas y discursos dominantes hegemonicos. Al laburante cansado le parece invasiva la dinamica participativa de jugar con otros papis. Pero al final creo q nos sale mal hacer celebraciones en america porque perdimos el sentido sagrado de celebrar la vida en un acto ritual q nos encuentre enteros frente a tanta fragmentacion... Y por qué habriamos de celebrarla, no? En todo caso podriamos cambiar la palabra celebración x ceremonia, asi no tenemos q andar esperando del evento especial una actitud festiva... aunque es lo mismo. Decia, q el punto es q parece q no vale nuestra pena ese espacio por el motivo q sea... y eso a su vez pasa porque por un lado va el ritual o ceremonia, y por el otro la salvacion. Nuestras fiestas no nos salvan. Hoy dificilmente podriamos creer q en alguna ceremonia se nos juega la vida. Nos salva, en duras cuotas, ir al laburo, conseguir plata, hacer terapia, comer sano, estudiar, la sonrisa de nuestros pibes... esa fragmentacion, la de ser padres por un lado, la de ser trabajadores por otro, es el espejo de esa otra division q se expresa cuando vemos el ritual por un lado(desde el acto del jardin, hasta la cena navideña), y la salvacion por el otro. Que pasaria si con cada uno de estos rituales occidentales se nos jugara la vida? Esa respuesta se lee en un cuento que no es el elegimos contarnos... nos creimos que nuestra vida es demasiado valiosa para andar jugandola en rituales sagrados... por eso vivimos y morimos en cuotas...

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    1. Sin duda lo que más me aterra es la prescripción del festejo, lo mismo que me pasa con la Navidad y el Año Nuevo. Mejor sería pensarlo como ceremonias más que como celebraciones porque si uno tuvo un mal año ¿qué va a celebrar? ¿tiene que celebrar de todos modos?. La prescripción de la alegría me molesta tanto como la prohibición de estar mal...

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