lunes, 24 de febrero de 2014

Doctora Juguetes

Cuando uno tiene hijos empieza a consumir una cantidad importante de dibujitos animados. Hay uno que  me encanta y se llama Doctora Juguetes: es una nenita que diagnostica y cura las enfermedades de los chiches. Tengo la loca idea además, de que fomenta la actitud de arreglar en lugar de tirarlos. Bueno, qué se yo o será que veo actitudes amigables con el ambiente por todos lados.
Ayer encontré a mi doctora juguetes en donde menos me lo esperaba. Parece que es más común de lo que yo creí que las mujeres luego del parto consulten con un proctólogo. Sea por el esfuerzo al pujar o porque esa zona muscular quedó resentida o porque, como en mi caso hubo un cambio brusco en la alimentación, somos muchas las que recaemos en sus consultorios. Aunque no se diga, ni se converse sobre este tema poco feliz de la maternidad, también son muchas las que terminan teniéndose que sentar sobre una rueda porque no pueden apoyar esa parte.
La doctora resultó ser una mujer hermosa que me hizo acordar a mi abuela. Me preguntó "Y decime, además de que no estás pudiendo comer como solías hacerlo antes, de que cuando comés lo hacés a las apuradas y que también vas a las apuradas al baño ¿qué te anda pasando?". Rompí en llanto, qué iba a agregar si ella me había diagnosticado con sólo saber que acababa de ser madre. Me dijo que era muy común, que todo el tiempo recibía pacientes con bebitos. Le conté que hacía seis años que comía orgánico y que era casi vegetariana, pero que desde que nació el bebito y yo había agotado las reservas que me procuré en el freezer, comía mal, cualquier cosa, deliverys. Y que me daba bronca haber cuidado tanto mi alimentación con el embarazo y descuidarla así en la lactancia, porque qué clase de alimento estaba ingiriendo mi bebé. Así que ella me dijo con dulzura "No te castigues tanto. Mirá, si arrancas así ahora, con un bebé de 5 meses... qué te queda para el resto. Estás haciendo lo mejor que podés, que ya es mucho esfuerzo".
Así que en el recetario me llevé anotada una crema y la prescripción de ser más indulgente conmigo misma. 

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